divendres, 20 de juny del 2014

Valentina Díaz (Clara Salvatella)

CUATRO CORAZONES CON FRENO Y MARCHA ATRÁS.
Desde principio de curso, el grupo B de 4to de la ESO hemos estado ensayando una obra de teatro llamada “Cuatro corazones con freno y marcha atrás”, con tal de presentarla a final de curso a todo el colegio y a nuestros padres. Yo representé a Valentina, la prometida de don Ricardo, que está a punto de recibir la herencia millonaria de su tío. Aún así, el testamento dice que no lo va a disfrutar hasta dentro de sesenta años, y los dos caen en la desesperación. Hasta que llega el Doctor Bremón y lo arregla todo con su descubrimiento de la inmortalidad.
Valentina es una joven de unos veinte años con pelo castaño y ondulado y un cuerpo alto y esbelto. Proviene de una familia rica y está muy bien acostumbrada, hasta que llega el desastre de la herencia de su prometido, con la que creían que serían ricos hasta la muerte. Entonces Valentina está desesperada: se marea, casi no puede hablar y sólo busca a Ricardo para compartir sus penas. Aún así, en el segundo acto, cuando ya obtienen la inmortalidad, se la concibe como harta de la vida, sin ilusión, sin esperanza, sin ganas de hacer nada. Es un cambio radical que el personaje sufre en cada acto, ya que en el tercero también tiene una personalidad totalmente diferente respecto a los otros dos. En este último es una niña a quien se le ha devuelto la ilusión, la alegría, el sentimiento de comerse el mundo; pero a la vez de seguir siendo autoritaria ante los hijos para darles una buena educación.
La verdad es que, primeramente, me sentí una persona completamente diferente a mi personaje, sobretodo en la desesperación del primer acto, y me costó un poco saber cómo comportarme y hablar para que pareciera desesperada. Yo nunca he experimentado este sentimiento que sufres cuando te chafan todos tus planes y, además, encontraba al personaje muy exagerado. Pero, poco a poco, fui analizando su situación intentando ponerme en su lugar y sentir lo que ella sentía. Poco a poco fui soltándome y exagerando más mi comportamiento hasta llegar al punto de creerme que yo misma era Valentina Díaz.
Los otros dos actos ya me resultaron más sencillos, ya que ninguno de ellos era tan exagerado y los sentía más cercanos a mi personalidad o mis experiencias. Además, con la soltura que había logrado en el primer acto, ya continué en los otros dos y no tuve que trabajarlos tanto. Aún así, los resultados me sorprendieron, ya que al final me salió mucho mejor la figura del personaje en la primera parte y todos me felicitaron por mi actuación “sobre todo en el primer acto”, como ellos mismos afirmaban.

La verdad es que ha sido una experiencia inolvidable y muy gratificante que sin duda me gustaría muchísimo repetir, ya que, no sólo ha sido mi primera vivencia como actriz (la cual he disfrutado mucho), sino porque también he notado que todo mi grupo de clase se ha unido para mostrar al público que nos visitó todas nuestras ganas de ofrecerlos un buen rato que siempre recordaran con una sonrisa.



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