CUATRO CORAZONES CON FRENO Y MARCHA ATRÁS.
Sin duda Emiliano es la figura más característica del teatro clásico español, el gracioso, el que se encarga de hacer reír al público con sus chistes y bromas. Emiliano pertenece a una clase social humilde, carece de las aspiraciones amorosas de los otros protagonistas y desdramatiza las situaciones con sus astutos comentarios. A primera vista, es un personaje anclado en el cliché costumbrista, pero el arquetipo queda superado gracias a que el personaje evoluciona a lo largo de la obra: pierde progresivamente su tosquedad inicial, se integra como uno más en el conflicto que viven sus señores y acaba resultando mucho más sensato que sus amos.
Sin duda Emiliano es la figura más característica del teatro clásico español, el gracioso, el que se encarga de hacer reír al público con sus chistes y bromas. Emiliano pertenece a una clase social humilde, carece de las aspiraciones amorosas de los otros protagonistas y desdramatiza las situaciones con sus astutos comentarios. A primera vista, es un personaje anclado en el cliché costumbrista, pero el arquetipo queda superado gracias a que el personaje evoluciona a lo largo de la obra: pierde progresivamente su tosquedad inicial, se integra como uno más en el conflicto que viven sus señores y acaba resultando mucho más sensato que sus amos.
Para
mí, actuar como Emiliano Menéndez, no ha sido sinceramente actuar
ya que su carácter es muy parecido al mío, por tanto, fue un
acierto del director darme este papel porque como dice el dicho: “me
va como anillo al dedo”. Es más, hasta casi llegado el día del
estreno no me sabía todas las frases, pero como el carácter es tan
parecido al mío siempre lograba improvisar algo para salir de la
situación, así que podríamos decir que más que memorizar, salir
al escenario y recitar, lo mío era salir al escenario y
desenvolverme pensando que verdaderamente yo era Emiliano y no
alguien que estaba interpretando un papel.
Pero,
con todo, tengo que decir que me ha encantado esta experiencia y
aunque al principio nos lo tomamos todos un poco a broma, cuando
llegó el momento de ponernos serios, nos pusimos y el resultado fue
una obra, que en mi humilde opinión, no estuvo nada mal y hicimos
disfrutar y reír a todo el público presente. Finalmente también me
gustaría decir que incluso el estar un poco nervioso al ser el
presentador por sorpresa y ser el primero que hablaba en cada acto,
al tener mucha confianza en mí mismo, todo se hizo más llevadero.
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