divendres, 20 de juny del 2014

Juana (Elsa Serrano)

CUATRO CORAZONES CON FRENO Y MARCHA ATRÁS.
Todos sabíamos que este año nos tocaría representar una obra de teatro. Personalmente era una cosa que me preocupaba bastante. El hecho de plantar-me delante de un escenario repleto de gente me paralizaba. Esa fue la razón por la cual no quería que me tocara un personaje importante que saliera durante casi toda la obra.
Me parece recordar que fueron pasadas las fiestas navideñas cuando empezamos a ensayar. La obra que representaríamos seria una de Enrique Jardiel Poncela titulada “Cuatro corazones con freno y marcha atrás.” Primero de todo comenzamos con la elección o repartimiento de los personajes. Por la razón que he mencionado antes quedé muy satisfecha con el personaje que me habían asignado. Se trataba de Juana, la portera de la casa donde vivían los Cifuentes, una mujer de unos cuarenta años. Era un personaje secundario que solo aparecía durante el primer acto.
A las pocas clases empezamos con los ensayos. Me sentía a gusto interpretando a Juana e intentaba poner un tono de voz algo diferente al mío que se ciñera al guión y que, a la vez, concordase con lo que mi personaje quería transmitir. Sin embargo, a lo que más me costó acostumbrarme fue a estar la mayor parte del primer acto de pie en escena sin decir nada, solo interviniendo en contadas ocasiones con expresiones espontáneas. No obstante, mi vergüenza arriba del escenario disminuía al pensar que estaba rodeada de compañeros, sobre todo de sirvientas, haciendo que me sintiera cómoda y algo más relajada a medida que la obra iba avanzando.
Cuando empezamos a hacer los ensayos sin el libro delante la cosa cambió bastante. Había gente que estaba bastante perdida. En mi caso, cuando me tocaba mantener una conversación a solas con dos personajes, concretamente con Corujedo, agente de seguros de vida y Emiliano, el cartero, uno de los personajes principales, por no decir el más importante, me ponía muy nerviosa. Una sensación angustiante recorría mi cuerpo. Tenía la sensación de que el guión se me había olvidado por completo. Pero solo era mi imaginación.
Durante los primeros meses ensayando gran parte de mis compañeros no se lo tomaban en serio, sin darse cuenta de que para que una cosa salga bien hay que practicarla día a día. Supongo que sería porqué veían muy lejos el día de la representación final. Por esa razón, cuando tan solo faltaba una semana para el gran día, el día de la verdad, el día en el que debíamos demostrar lo mucho que habíamos trabajado, muchos de mis compañeros comenzaron a inquietar-se. Yo no estaba nada nerviosa, el hecho de pensar que sólo salía durante el primer acto y que apenas decía diez frases permitía que me tranquilizara.

Y por fin llegó el día. La obra la representamos el miércoles 28 de marzo a las 15:30 en el gimnasio del colegio, donde hay un pequeño pero acogedor escenario. Primero la representamos delante de una gran mayoría de los alumnos del colegio, i seguidamente, a las 19:00, delante de nuestros padres. La primera vez, fue bastante desastre, sobre todo el primer acto, nos costaba arrancar con las frases y ponerle un ritmo continuo al diálogo. En cambio, la segunda vez salió muchísimo mejor. Ya teníamos dominado el escenario e hicimos de esa tarde un día magnífico, digno de recordar.


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